domingo, 5 de octubre de 2008

Despertar



Despertó la mañana. Había dormido profundamente.
Abrió la ventana para respirar el aire puro del bosque.
El día era fresco, pero no le importaba. Quería sentir el aire
en su rostro de porcelana.
Su pelo negro se despeinó, despejando totalmente su cara.
Respiró profundamente.
Permaneció por un minuto, con los ojos cerrados.
Al abrirlos, contempló la belleza del paisaje.
Al fondo, la nieve cubría la cima de la montaña,
con la blancura más intensa que se puede imaginar.
A los pies de esta, como si de una falda inmensa se tratara,
el lago más cristalino, a modo de espejo, reflejaba el azul
más increíble del cielo.
Los árboles habían cambiado su verde ropaje, por los tonos
anaranjados, de la época del año en la que se encontraban.
No podía apartarse de la ventana.
Era como ver un lienzo, cobrando vida poco a poco.
Extendió los brazos, y dejó sentir el frescor por todo su cuerpo.
Su mente se dejó llevar.
Su piel se erizó.
La sensación de aquel momento, era la misma que cuando él
la acarició días atrás.
Un profundo escalofrío la recorrió.
Su cuerpo se estremecía por momentos. Sus manos comenzaron
a recorrer cada espacio, cada rincón.
Cerró los ojos de nuevo. Quería imaginar que estaba con él.
Que eran sus labios los que la besaban. Que eran sus manos,
las que con tanta ternura, la recorrían por completo.
Que de nuevo él, la amaba con la pasión más desbordante.
Pero con el amor más grande, que jamás había sentido.



-Melancolía-




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