sábado, 19 de junio de 2010

SU FINAL


Creció en un mundo de fantasía, un mundo diferente, pero siempre, pisando fuerte sobre la tierra. Le enseñaron los verdaderos valores de la vida, la amistad, el respeto, la comprensión,
el perdón y ante todo y sobre todo, el amor incondicional y sin condiciones.
Amiga de sus amigos, siempre se mostró como era. Siempre confiada y con el único deseo
de que la gente que le rodeara, fuera feliz. Siempre estaba ahí cuando se le necesitaba,
sin importarle tan siquiera si sus problemas se habían resuelto o podrían resolverse algún
día.
Quizás fue eso, lo que le hizo sentirse siempre alguien diferente, incomprendida,
indiferente al mundo. Simplemente distinta.
Quizás realmente nunca perteneció a este mundo. Quizás sólo llegó aquí para proporcionar felicidad a todo aquel que la necesitara, pero con el claro convencimiento de que ella,
jamás lo sería.
Cuando veía sonreír a los demás, su alma se embriagaba y sentía una paz inmensa,
deseaba que esa sonrisa jamás desapareciera, que siempre estuviera ahí.
Aquella tarde, mientras paseaba por el parque, su mente se dejó llevar por años vividos.
Momentos recientes y otros no tanto, pero que jamás se perderían en el olvido.
Momentos duros, momentos maravillosos y otros, que quisiera borrar de su memoria.
Sus lágrimas comenzaron a cubrir sus ojos, su llanto se acentuaba, y su soledad,
se podía ver reflejada claramente en su mirada.
Pensaba mientras el viento acariciaba y secaba sus lágrimas. Quería dejar de hacerlo,
dejar de preguntarse una y otra vez, por qué teniendo tanta gente a su alrededor,
tantos supuestos amigos y tanto aparente cariño, podía sentirse tan sola.
Pese a que nunca pidió nada para ella, en ningún sentido, le hubiera gustado que alguna
vez, aunque hubiera sido una sola, alguien le preguntara como estaba. Alguien llamara a su puerta para decirle un te quiero, para darle una caricia sincera, o simplemente,
una muestra de cariño.
Siempre creyó que el mundo que la rodeaba, daba por hecho que tal como se mostraba,
era feliz, y jamás se alejaría de ellos.
Siempre, siempre, siempre.
Pero las cosas, no resultarían así. Ya no.
Su alma necesitaba volar, respirar profundamente y alejarse completamente de todo.
Necesitaba que el mundo se olvidara de ella, pero esta vez, para siempre.
Un día no muy lejano, caminaría sin rumbo ni dirección, tal vez, a encontrarse con ese mar
tan deseado. Ese mar que siempre le hizo sentirse libre y con esperanzas. Ese mar que le acariciaba dulcemente con su brisa y en cierto modo, le hacía sentirse comprendida, protegida,
arropada.
Ese día se dejaría llevar, se sumergiría lentamente en sus aguas y descubriría por fin,
el verdadero valor de la vida……su final.



-Melancolía-

domingo, 6 de junio de 2010

DE NADA SIRVIÓ

El tiempo pasó demasiado deprisa, casi sin darse cuenta, su sueño se desvaneció en el aire.
Sus ilusiones se perdieron en un rincón del pasado. Un pasado reciente que la había hecho muy feliz.
Aquella mañana, todo cambió en su vida. El silencio se apoderó por completo de su alma.
Ese silencio que siempre temió. Que de algún modo, sabía que volvería a su vida para no
marcharse más.
Atrás quedaron las promesas, los planes de futuro y un posible escape a su dura existencia.
Aquel día supo que jamás podría ser feliz.
La pena se apoderaba poco a poco de su alma. Los días pasaban sin sentido, sin ningún afán de seguir adelante. Como si de una obligación más se tratara. El sol no brillaría más en sus ojos.
Y la luna dejaría de ser su confidente, su amiga fiel.
Las estrellas no iluminarían más sus noches oscuras, y el frío, sería penetrante.
Por más que lo intentaba, por más que luchaba por conseguir salir a flote, más se hundía.
De nada le sirvió esa máscara de sonrisa falsa, que mostraba al mundo para intentar convencerse a sí misma de que todo pasaría.
De que la vida no terminaba ahí.
De nada sirvieron los disfraces de felicidad que cada día posaba en su piel.
De nada valieron los intentos de demostrarse, que era más fuerte de lo que pensaba.
De nada sirvió un nuevo día, si él no estaba ahí.
Si jamás volvería a sentir su sonrisa, su vitalidad, sus toques de magia en cada mañana.
Si jamás oiría de sus labios……te quiero mi vida.
De nada sirvió.





-Melancolía-