lunes, 6 de octubre de 2008

La llamada


Esperaba ansiosa como cada mañana su llamada. Deseaba que su voz,
fuera el primer sonido que oyera al despertar.
Se sentía como una niña en el día de reyes, cuando al amanecer, busca
desesperada sus regalos por cualquier rincón de la casa.
Cuando el teléfono sonaba, su ojos se iluminaban con un brillo especial.
Su día se transformaba en ese mismo momento.
Le gustaba oírle reír, escucharle decir lo feliz que era, lo que la necesitaba.
En aquellos instantes, se sentía el ser más importante del mundo.
Sentía que alguien la quería realmente y que por fin, era útil para algo.
Era un cúmulo de sensaciones, que no podía explicar, pero que le hacían sentirse,
la persona más feliz de la tierra.
Cada noche se acostaba, deseando que llegase el día siguiente, para poder
hablar con él.
Para oír una y otra vez, ese te quiero maravilloso, que iluminaba por
completo su vida.
Esas palabras dulces que siempre le decía, y esa preocupación que sentía por ella.
Era el sonido más embriagador que jamás había escuchado. Un sonido que la envolvía
con la caricia más suave, con la calidez más extrema.
Un sonido que dejaba en ella, las más dóciles notas de amor.



-Melancolía-




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domingo, 5 de octubre de 2008

Despertar



Despertó la mañana. Había dormido profundamente.
Abrió la ventana para respirar el aire puro del bosque.
El día era fresco, pero no le importaba. Quería sentir el aire
en su rostro de porcelana.
Su pelo negro se despeinó, despejando totalmente su cara.
Respiró profundamente.
Permaneció por un minuto, con los ojos cerrados.
Al abrirlos, contempló la belleza del paisaje.
Al fondo, la nieve cubría la cima de la montaña,
con la blancura más intensa que se puede imaginar.
A los pies de esta, como si de una falda inmensa se tratara,
el lago más cristalino, a modo de espejo, reflejaba el azul
más increíble del cielo.
Los árboles habían cambiado su verde ropaje, por los tonos
anaranjados, de la época del año en la que se encontraban.
No podía apartarse de la ventana.
Era como ver un lienzo, cobrando vida poco a poco.
Extendió los brazos, y dejó sentir el frescor por todo su cuerpo.
Su mente se dejó llevar.
Su piel se erizó.
La sensación de aquel momento, era la misma que cuando él
la acarició días atrás.
Un profundo escalofrío la recorrió.
Su cuerpo se estremecía por momentos. Sus manos comenzaron
a recorrer cada espacio, cada rincón.
Cerró los ojos de nuevo. Quería imaginar que estaba con él.
Que eran sus labios los que la besaban. Que eran sus manos,
las que con tanta ternura, la recorrían por completo.
Que de nuevo él, la amaba con la pasión más desbordante.
Pero con el amor más grande, que jamás había sentido.



-Melancolía-




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jueves, 2 de octubre de 2008

Atardecer del amor


Llegó el atardecer. Tras ella, él. Sintió el calor de su cuerpo con su abrazo.
Se estremeció.
Su piel comenzaba a erizarse, con tan sólo el roce de sus manos.
La brisa los rodeaba por completo y el deseo comenzaba a despertarse.
El olía su pelo. Ella, sentía su aliento en su cuello, al susurrarle con ternura,
por fin te siento.
Las manos de ella sujetaron las suyas, queriendo que no se alejara nunca.
Que comenzara a acariciarla.
Se volvió hacia él, y buscó su mirada. Quería perderse en sus ojos, del mismo
modo, que deseaba que sus labios la besaran.
No tuvo que decir nada. Sus ojos hablaron por ella, en el mismo instante en
el que él la miraba.
Sus bocas se fundieron con ternura. Eran dos almas gemelas, que tal vez buscaban
la dulzura, que en su día a día no sentían. Se dejaron llevar por la pasión del momento.
Por los muchos sentimientos que tantas veces compartieron.
Por la manera tan increíble que los dos tenían, de sentir el amor.
Comenzaron a amarse. Cada caricia era eterna y suave.
Cada beso más intenso. Cada susurro, como una brisa ardiente,
que alimentaba más sus deseos.
El atardecer caía lentamente. Y mientras, desnudos sobre la arena,
sintieron el amor, tal y como ellos lo soñaron.
Con la ternura más pura de dos corazones enamorados y la pasión más ardiente,
que sólo ellos, podían llegar a sentir.



-Melancolía-




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