martes, 28 de abril de 2009

UN RECUERDO INOLVIDABLE


Hoy recordaba de una manera especial, aquel día. Su mirada, su sonrisa, su piel.
Sus palabras suaves y delicadas con respecto a ella. Su cariño sincero y su increíble
forma de amar.
El corazón de ambos latió apasionadamente desde el primer momento, en que se
cruzaron sus miradas. Su mano, busco la suya desesperadamente, y un cúmulo de
sensaciones recorrieron sus cuerpos, en aquel mismo instante.
Sabían que lo primero que harían cuando estuvieran juntos, era abrazarse, sentirse.
Fue inevitable, por un largo tiempo permanecieron abrazados, inmóviles y con el
susurro suave de mil te quieros, que envolvieron aquel instante mágico.
Lo habían deseado tanto tiempo, que ahora, les faltaba el mismo para poder estar
juntos.
Cuando consiguieron separar sus cuerpos, caminaron hasta una terraza.
Se sentaron y tomaron un café. Estaban viviendo un sueño y todavía no daban
crédito de ello.
Como en aquellas románticas películas, ella comenzó a sentir frío. El se quitó su chaqueta
y la colocó sobre sus hombros. Realmente era más, cosa de nervios, que el frío que realmente
podía hacer.
Conversaron durante un rato. A estas alturas, no recordaba nada de aquella conversación.
Podía más el recuerdo de sus gestos, su expresión, su ternura.
El quería compartirlo todo con ella, aunque sabía que era por un espacio breve de tiempo.
Su mundo, su trabajo, su hogar. Le mostró todo y ella se embelesaba con su mirada, su
boca, su dulce forma de hablar.
No pudieron evitar volverse a abrazar. Pero esta vez, sería diferente. Esta vez se sentirían
realmente. Sus labios se juntarían en cálidos besos, que despertarían el más maravilloso
acto de amor. Las más increíbles caricias y el mayor sentimiento que jamás vivirían, que ya
nunca podrían olvidar, y que desearían, poderlo vivir eternamente.



-Melancolía-



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sábado, 11 de abril de 2009

SU MAR


Sentada en la orilla del mar, divaga con su propia mente. La soledad que la rodea es
inaudita, pero no le importa. Le sirve para relajarse, para evadirse del mundo que le
rodea, y así poder escuchar sus sentimientos.
La luna comienza a desperezarse en el horizonte, a la vez que va subiendo poco a poco,
hasta el cielo abarrotado de estrellas.
Es llena y está realmente hermosa. Creo que lo sabe, por eso aprovecha a reflejarse en
el mar tranquilo, que absorbe su belleza, como si quisiera atraparla.
Una suave brisa acaricia su pelo, siente la humedad de la arena, pero el calor ha sido tan impresionante durante el día, que ni siquiera lo nota.
Por un momento, deja de pensar y se dedica a contemplar todo aquello que le rodea.
El horizonte parece infinitamente inalcanzable. Si no fuera por la luz de la luna, podrías
pensar que ahí mismo, comienza la oscuridad más profunda, que ahí, se acaba el mundo.
Te cuesta distinguir donde termina el cielo y donde comienza el mar.
Si contemplas el reflejo de la luna, ves que se mece poco a poco con las olas, pese a la tranquilidad de éstas, como si la acunaran para que pudiera dormirse y así llegar a soñar.
Las estrellas lo inundan todo, ajenas a la luz de los chiringuitos y hoteles que quedan
lejos de ahí.
Respira profundamente la suave brisa, con sabor a sal. Siempre le encantó el aroma del
mar. Ese mar que siente como sangre de sus venas. Ese mar que le gustaría contemplar
cada mañana al despertar el sol, y cada noche antes de acostarse.
Ese mar que le acaricia el alma con tan sólo, pensar en él.
El mar de sus sueños, de sus anhelos. El que cree le puede dar, una gota de esperanza,
para quizás, poder llegar a ser feliz algún día.
El que ella considera……….su mar.



-Melancolía-

jueves, 9 de abril de 2009

BELLEZA


Se ve reflejado el arcoíris detrás de la lluvia sobre el lago. Los almendros vestidos de blanco,
parecen estar llorando gotas de cristal, y el frescor que se siente en el viento, despeja mi alma.
Respiro profundamente, contemplando el azul intenso que ha quedado en cielo después de
descargar tan amplio lamento, sobre la tierra.
El lago ha quedado en calma, transparente como siempre, haciendo de espejo a todo aquello
que le rodea.
El manantial que se divisa un poco más al fondo, brota con más fuerza que nunca, y los pájaros emprenden su vuelo de nuevo, después de un buen baño primaveral.
Me parece estar contemplando una hermosa postal, en donde da miedo incluso respirar,
para no romper la armonía que se siente.
Me descalzo para poder sentir la hierba en mis pies. Aunque resulta algo fría, por la humedad,
la sensación es maravillosa.
Se pueden ir adivinando los diferentes tipos de flores que vas pasando al caminar, simplemente por el profundo aroma que desprenden.
Parece que alguien hubiera pintado un cuadro, repleto de miles de sensaciones, que conforme lo observas, mas difícil es dejar de mirarlo.
Si pudiera sentir todo eso, todos los días de mi vida. Si pudiera transmitir tanto, con tan sólo unas palabras escritas. Sería realmente maravilloso.
Una paz increíble, capaz de acariciarte el alma, capaz de hacerte olvidar cualquier cosa que
pueda oscurecer tus días, capaz de hacerte ver, que pese a la dureza que tiene a veces la vida,
siempre hay algo, que la suaviza con la ternura más pura, con la calidez más adorable,
devolviéndote las ganas de luchar, de salir adelante, de querer que llegue un nuevo mañana,
para poder contemplar tanta belleza.



-Melancolía-

lunes, 6 de abril de 2009

¿RECORDARAS?


A veces, se queda quieta en aquel banco del parque observando todo lo que ocurre a su alrededor. Como si de una película se tratase, fija su mirada en cada imagen, en cada pequeño movimiento.
En la esquina, como cada día, se sientan un grupo de ancianos de la residencia, que salen a tomar el sol. Parece increíble que la vida, te coloque en un lugar como ese. Algunos de ellos,
casi no pueden ni moverse. Como estatuas haga frío o calor, pasan las horas muertas ahí.
Siempre ha pedido por no llegar a sentirse así, por no llegar si es posible, a vivir tanto.
La contradicción se apodera de ella, cuando al girar su cabeza, puede contemplar el lado opuesto de la vida. Unos niños, juegan en el parque. Suben, bajan, trotan y saltan sin temor alguno y sin preocupaciones. A su lado, sus padres los vigilan con ímpetu, con todo detalle.
Que sorprendente es, contemplar tanta diferencia.
Como si de un partido de tenis se tratara, observa moviendo la cabeza de un lado para otro.
Su mente comienza a darse cuenta, de que aunque pase la vida, por irónico que parezca,
siempre volvemos al mismo sitio.
Cuando nacemos, somos seres indefensos, incapaces de hacer nada por uno mismo.
Nuestro cerebro no nos sirve de mucho. No sufrimos, o al menos, no nos enteramos de ello.
Dependemos de lo que los adultos a nuestro cargo, quieran hacer con nosotros.
Conforme crecemos, con ayuda de los demás o con nuestra propia capacidad, vamos saliendo adelante. Unos conseguimos más que otros. Aunque en el fondo, a todos nos importa lo mismo, llegar a ser felices como sea.
Si lo logramos o no, no sé si tiene mucha importancia. Porque cuando los años se apoderan de nuestro cuerpo y nuestra razón, volvemos de nuevo a estar como antes.
Dependientes de alguien que si tenemos suerte, nos seguirá dando cariño.
Pero en el fondo, nadie te asegura que puedas recordar tu vida pasada.
Nadie tiene la certeza de que cuando consigas tus logros, tus sueños, tus anhelos,
seas capaz de retenerlos en la memoria, para disfrutar de ellos.
Sumergida en las curiosidades de la vida, decide caminar, respirar profundamente, y disfrutar
del instante, del momento, del día a día, sin importarle si mañana, recordará todos y cada uno de sus pensamientos.



-Melancolía-

jueves, 2 de abril de 2009

PINTAR LA VIDA


A veces, quisiera pintar mi vida con diferentes colores. Tapar esos grises intensos que la cubren y llenarla de bellos matices que la iluminaran.
El alma la pintaría de un azul maravilloso, que le diera ese aire de libertad que tanto te llena cuando miras hacia el cielo o la majestuosidad del mar.
El corazón, no puede llevar otro color que el rojo intenso de la pasión y el sentimiento.
Mi piel sería de un tono suave, como la misma arena del desierto. Pero con la frescura que deja el rocío por las mañanas sobre las flores.
Mis ojos, mis ojos no cambiarían de color. Pero les daría el brillo intenso del sol cuando amanece, por el día. Y por la noche, tendrían la profundidad de un tapiz estrellado.
Mis manos serían trasparentes, inocuas. Capaces de trasmitir la suavidad de las caricias,
cuando tanto las sientes y no puedes compartirlas.
Mis labios se fundirían con la brisa. Y llevarían a todos los lugares mis palabras, mis quejas,
mis alegrías y mis lamentos. Y besarían aquello que tanto deseo, que tanto quiero.
Quisiera pintar mi vida, y la de todo el mundo, con colores intensos.
Que pudieran ser repuestos, si pierden fuerza o se vuelven añejos.
Que no sólo cambiaran mi vida, si no la de todos.
Y sirvieran para que el mundo, fuera más perfecto.



-Melancolía-

martes, 24 de marzo de 2009

SENSACIONES


Llorando tras los cristales, contempla como cae la lluvia. Su pensamiento no puede evitar
recorrer hacia atrás, un periodo de tiempo que sabe, que ya nunca volverá.
Jamás le importó la carencia de una vida repleta de comodidades, de lujo o de cualquier cosa, que el dichoso don dinero, pudiera comprar. Tenía lo más importante, el cariño y abrigo de una familia maravillosa.
Su vida transcurría en una casa alquilada, en una calle estrecha de la ciudad. No se podía decir
que estaba mal situada, porque en tan sólo unos minutos, podía alcanzar el centro, y al mismo tiempo, la catedral, que majestuosa se alzaba junto a la orilla del río.
De aquella época, le quedaron grabados numerosos detalles, que jamás podría olvidar.
Las mañanas de invierno, eran tremendamente frías. El piso no disponía de calefacción, pero
siempre encontraba bajo la mesa de la cocina, la estufa encendida. Aquel olor del malte que preparaba su abuela, era el aroma más increíble del mundo para ella.
Le parecía estar recorriendo la casa en ese mismo instante.
La cocina, como casi todas, por de aquel entonces, era tremendamente grande. Antes de entrar, tras pasar el vestíbulo, quedaba a mano izquierda la galería. Por ella podías contemplar el patio interior, en donde cuando salías a tender, podías conversar con las vecinas. Aquellos toldos de flores estampadas, de colores intensos, tenían la misión de proporcionar un poco de intimidad. Aunque no fuera algo que preocupaba demasiado en aquellos tiempos.
El lavadero, servía de entretenimiento cuando llegaba el verano. Le encantaba jugar a lavar la ropa con aquella pastilla de jabón de tajo, que casi no te cabía en las manos.
Conforme seguías avanzando, podías encontrarte con un gran armario que casi llenaba toda una pared. Fuerte y robusto, siempre le llamó la atención por el tallado que llevaba, por puertas y esquinas. Era impresionante.
La mesa, que siempre sirvió para todo, se encontraba repleta de todos los utensilios de escritorio, que su abuelo, usaba cada tarde.
El fregadero, junto a la cocina, era de un tamaño muy particular. A veces, llegaron hasta a bañarse en él.
Pese a que el piso disponía de un gran pasillo, en donde dos ventanales repletos de geranios
dejaban entrar cada día la luz del sol, la vida se concentraba en esa cocina, y en un pequeño cuartito de estar.
Parece que estuviera sentada en esos duros sofás de scay, color vino, en donde pasaron tantas horas viendo aquel televisor en blanco y negro, mientras cenaban.
La librería no era muy grande. Pero lo suficiente para guardar un clásico tocadiscos en color beige, que animaba las mañanas de los domingos, el televisor y una colección de novelas de
Agatha Christie, con la que jugaban a ver quién cogía la que tuviera la portada más terrorífica.
A la hora de dormir, todo el comedor cambiaba los muebles de lugar, para poder abrir aquella cómoda cama turca, o como ahora solemos decir, cama plegable, en donde compartía sueños con su hermana.
Las mantas arropaban aquellas noches tan frías, en donde el olor y el ambiente, se convirtieron en inolvidables.
Jamás podría olvidarse de todas las navidades pasadas entre aquellas paredes. La ilusión de encontrar un juguete, les hacía dormir plácidamente. Nunca tenían gran cantidad de regalos,
porque no disponían de economía suficiente para ello. Pero nunca le importó. Era feliz con una simple muñeca, aunque hubiera tenido que compartirla.
Años intensos, de sensaciones maravillosas, que de vez en cuando, volvían a su mente llenos de añoranza, y que le hacían derramar unas lágrimas.
Quizás porque sabía, que aquellas sensaciones, no podrían repetirse nunca más.
O quizás porque en el fondo, de vez en cuando, necesitaba de ellas.




-Melancolía-

lunes, 23 de marzo de 2009

LLEGAR A SENTIRLO


Hoy he paseado por aquél paraje maravilloso. He podido comprobar la belleza inmensa de la naturaleza en su pleno esplendor. La soledad, fiel compañera de todos mis sentimientos, ha compartido el placer de ese inolvidable momento.
Comencé a caminar sin ningún rumbo determinado. Mis pies, tomaron independientemente un destino, que incluso yo misma desconocía.
Rodeada por montañas, me he dejado llevar por el aire fresco de la mañana. Una mañana de primavera, realmente fascinante. Hacía tiempo que el cielo no era de un azul tan intenso.
Ni una sola nube cubría la majestuosidad con la que había amanecido el sol.
Absorta en la dulce caricia del viento, que me envolvía con los aromas embriagadores de cientos de flores silvestres, he llegado al cauce del río.
Mis oídos se han embelesado con el sonido del agua. Tibia, e increíblemente trasparente,
caía en un gran salto desde lo alto de la montaña, como si de una larga cola de caballo se tratara, salpicando tenuemente al llegar abajo.
Mirara por donde mirara, el verde más increíble lo cubría todo.
El olor de la hierba impregnaba mis pulmones, de esa sensación de frescor tan especial,
que solo posee la primavera, llena de colores intensos y sensaciones físicamente asombrosas.
Poder respirar, vivir cada detalle, cada color, cada ligero movimiento, cada dulce sonido, es algo, que no se puede describir. El único modo de conocerlo, es poder llegar a sentirlo.



-Melancolía-