Intentó varias veces no pensar, refugiarse en sus momentos cotidianos para olvidar.
Para no sentir esa presión tan dolorosa que le oprimía el pecho y a veces, no le
dejaba respirar. Pero le fue imposible.
Ningún recuerdo del pasado podía aliviar tanto dolor en su alma.
Ningún momento del día, dejaba atrás aquellos instantes vividos.
Todo se había convertido en un sin sentido. No podía comprender, y eso, la estaba
matando poco a poco.
Aprovechaba los leves momentos que se encontraba sola para llorar. La música que
tantas veces le había llevado a lugares maravillosos, se había convertido en la expresión
más clara de lo que sentía.
Baladas de amor que pronunciaban un adiós, una ausencia, un porqué sin contestación.
El parque ya no era una vía de escape. Los árboles le parecían insípidos. La luna ni siquiera
asomaba, y el frío se calaba entre sus huesos como puntas de puñales desgarradores.
Se adentraba hasta el fondo, en donde tan solo el sonido de sus propios pasos, podía romper
el silencio. Ese silencio que ahora era tan profundo, tan duro.
No quería que nadie pudiera ver que estaba sufriendo. Que sus lágrimas recorrían su rostro
con un llanto amargo. Que las fuerzas le fallaban.
Hacía ya unos días que se había abandonado por completo. La expresión de su rostro delataba
el dolor que sentía. Sus ojos ya no brillaban con esa luz de esperanza y su figura se estaba convirtiendo en un cuerpo endeble, sin vida.
No quería vivir. No quería afrontar un nuevo día así. Quería dormir profundamente y dejarse
llevar. Quería poder soñar con un mañana diferente. En donde todos los recuerdos que tanto
le dañaban, jamás existirían. Un mañana en que no tendría que despertar y así, seguir soñando.
Para no sentir esa presión tan dolorosa que le oprimía el pecho y a veces, no le
dejaba respirar. Pero le fue imposible.
Ningún recuerdo del pasado podía aliviar tanto dolor en su alma.
Ningún momento del día, dejaba atrás aquellos instantes vividos.
Todo se había convertido en un sin sentido. No podía comprender, y eso, la estaba
matando poco a poco.
Aprovechaba los leves momentos que se encontraba sola para llorar. La música que
tantas veces le había llevado a lugares maravillosos, se había convertido en la expresión
más clara de lo que sentía.
Baladas de amor que pronunciaban un adiós, una ausencia, un porqué sin contestación.
El parque ya no era una vía de escape. Los árboles le parecían insípidos. La luna ni siquiera
asomaba, y el frío se calaba entre sus huesos como puntas de puñales desgarradores.
Se adentraba hasta el fondo, en donde tan solo el sonido de sus propios pasos, podía romper
el silencio. Ese silencio que ahora era tan profundo, tan duro.
No quería que nadie pudiera ver que estaba sufriendo. Que sus lágrimas recorrían su rostro
con un llanto amargo. Que las fuerzas le fallaban.
Hacía ya unos días que se había abandonado por completo. La expresión de su rostro delataba
el dolor que sentía. Sus ojos ya no brillaban con esa luz de esperanza y su figura se estaba convirtiendo en un cuerpo endeble, sin vida.
No quería vivir. No quería afrontar un nuevo día así. Quería dormir profundamente y dejarse
llevar. Quería poder soñar con un mañana diferente. En donde todos los recuerdos que tanto
le dañaban, jamás existirían. Un mañana en que no tendría que despertar y así, seguir soñando.
-Melancolía-
Buena luna, encanto!!
ResponderEliminarA veces,más de las que quisieramos, tenemos irremediablemente que tocar fondo para conseguir el impulso...
Ya sabes que por larga y dura que sea la tormenta, al final vuelve a brillar el sol.
BESOS para que no te falten
Ciberbruja
Fíjate en la luna, por más espeso que el monte sea...siempre encuentra un espacio para atravesarlo con un rayo de luz.
ResponderEliminarMi abracito de ternura a tu amistad...Isabel
Hay ocasiones en los que el alma necesita de un empujón; este lo puede dar cualquier cosa bella, como la luna.
ResponderEliminarAbrazos