
Me he recostado en la hierba, como tantas veces suelo hacer.
Pese a que el día está claro, e intensamente soleado, las nubes no dejan de pasar al compás
de la tenue brisa que corre. Parecen perfectos algodones. Suaves, esponjosos.
Y cada una de ellas, va formando una figura, una silueta perfecta.
Quizás mi incontrolable imaginación, sea la que las moldea, intentando encontrar tus ojos,
tu dulce mirada.
El intenso olor de la hierba recién cortada, se incrusta en mis pulmones, refrescando mi alma.
Desde ahí abajo, todo parece tan pequeño, que te sientes una minúscula parte de este universo tan maravilloso.
De vez en cuando, se mezcla el aroma de la hierba con la calidez del mar, que tan solo a unos metros, rompe sus olas contra los acantilados.
Su sonido es como el de una grandiosa coral cantando al viento.
Es asombroso poder percibir cada detalle, cada rumor, cada delicada fragancia, de este lugar.
Creo que si cerrara los ojos, podría comprobar que no me falta ni un solo rincón, por grabar en mi mente.
Me siento como en un colchón con vistas al cielo.
Es como estar inmersa en un cuadro, que cobra vida sólo para mí.
Para poder otorgarme el privilegio de sentir, de vivir el intenso placer de formar parte, de esta naturaleza tan perfecta. Lejos del mundanal cotidiano que tanto nos agobia a veces.
Es como no pertenecer a ningún sitio, y sin embargo, abarcar el mundo entero.
Un mundo que casi nunca…….llegamos a disfrutar.
Pese a que el día está claro, e intensamente soleado, las nubes no dejan de pasar al compás
de la tenue brisa que corre. Parecen perfectos algodones. Suaves, esponjosos.
Y cada una de ellas, va formando una figura, una silueta perfecta.
Quizás mi incontrolable imaginación, sea la que las moldea, intentando encontrar tus ojos,
tu dulce mirada.
El intenso olor de la hierba recién cortada, se incrusta en mis pulmones, refrescando mi alma.
Desde ahí abajo, todo parece tan pequeño, que te sientes una minúscula parte de este universo tan maravilloso.
De vez en cuando, se mezcla el aroma de la hierba con la calidez del mar, que tan solo a unos metros, rompe sus olas contra los acantilados.
Su sonido es como el de una grandiosa coral cantando al viento.
Es asombroso poder percibir cada detalle, cada rumor, cada delicada fragancia, de este lugar.
Creo que si cerrara los ojos, podría comprobar que no me falta ni un solo rincón, por grabar en mi mente.
Me siento como en un colchón con vistas al cielo.
Es como estar inmersa en un cuadro, que cobra vida sólo para mí.
Para poder otorgarme el privilegio de sentir, de vivir el intenso placer de formar parte, de esta naturaleza tan perfecta. Lejos del mundanal cotidiano que tanto nos agobia a veces.
Es como no pertenecer a ningún sitio, y sin embargo, abarcar el mundo entero.
Un mundo que casi nunca…….llegamos a disfrutar.
-Melancolía-