Un corazón lloraba insistentemente en la noche. Había perdido toda la ilusión por latir.
Se sentía solo, desamparado. Jamás había sentido el amor verdadero. Jamás
nadie lo acarició con ternura. Jamás supo lo que era escuchar o decir, te quiero.
Su alma estaba desconsolada, y en mil pedazos, decidió dejarse llevar lentamente.
Se abandonó en la oscuridad y en el frío intenso de la soledad. Encerró sus anhelos,
sus esperanzas y se dispuso a dormir para siempre.
La noche, que lo observaba pacientemente, decidió que no era justo. Que ningún
corazón, por grande o pequeño que fuera, debía quedarse sin saber lo que era
sentir, amar.
Bajo el brillo intenso de la luna, y con el candor de mil estrellas, la noche, lo acarició
suavemente. Lo rodeo con la ternura sutil de las nubes, que lo abrazaron con suma
delicadeza hasta el amanecer. Le susurró tenuemente te quiero. Y lo amó con la
pasión más intensa y la entrega más absoluta.
El corazón, comenzó poco a poco a vivir. Sus latidos se aceleraban por momentos.
Sus pedazos se fueron recomponiendo y se unieron con la fuerza más increíble.
Recobró sus ilusiones, sus sueños.
Desterró el llanto, abriendo las puertas a la felicidad.
Pudo amar.
Volvió a latir con intensidad, con tan sólo oír te quiero.Se sentía solo, desamparado. Jamás había sentido el amor verdadero. Jamás
nadie lo acarició con ternura. Jamás supo lo que era escuchar o decir, te quiero.
Su alma estaba desconsolada, y en mil pedazos, decidió dejarse llevar lentamente.
Se abandonó en la oscuridad y en el frío intenso de la soledad. Encerró sus anhelos,
sus esperanzas y se dispuso a dormir para siempre.
La noche, que lo observaba pacientemente, decidió que no era justo. Que ningún
corazón, por grande o pequeño que fuera, debía quedarse sin saber lo que era
sentir, amar.
Bajo el brillo intenso de la luna, y con el candor de mil estrellas, la noche, lo acarició
suavemente. Lo rodeo con la ternura sutil de las nubes, que lo abrazaron con suma
delicadeza hasta el amanecer. Le susurró tenuemente te quiero. Y lo amó con la
pasión más intensa y la entrega más absoluta.
El corazón, comenzó poco a poco a vivir. Sus latidos se aceleraban por momentos.
Sus pedazos se fueron recomponiendo y se unieron con la fuerza más increíble.
Recobró sus ilusiones, sus sueños.
Desterró el llanto, abriendo las puertas a la felicidad.
Pudo amar.
Y jamás, nunca jamás, se volvió a sentir solo.
Si tú puedes ser esa noche. Si puedes hacer que un corazón, pueda volver a latir
con fuerza, no dejes de hacerlo.
Acarícialo, abrázalo, y con un susurro suave, muy suave, dile……..te quiero.
Quizás un día, tú necesites oírlo para latir. O simplemente, ya lo necesites.
-Melancolía-