martes, 3 de julio de 2012

UNA CARICIA DE VIENTO


Sentada como siempre, imagina mil maneras de plasmar mil sentimientos.

No le hace falta otra cosa, que cerrar los ojos, escuchar la música, y dejar que

le acaricie el viento.

En su piel se desatan los recuerdos más bellos.  Los amaneceres impregnados de caricias,

que entre deseos, le hacían sentirse plena, amada por completo.

Dónde quedaron esos instantes, mojados en anhelos, en sueños creados entre versos.

Dónde se fueron las madrugadas, los susurros intensos.

Y aquella voz que le decía… te quiero.

Dónde se convirtió en silencio, aquel pasado de gritos colmados de amor intenso.

No importa donde fueron, ella sigue soñando, sigue sintiendo.

Tan sólo tiene que cerrar los ojos, para seguir plasmando sus sentimientos,

mientras siente como le acaricia el viento.


-Melancolía-

martes, 31 de mayo de 2011

AMANECER ETERNO

Aquella tarde se sintió abatida. Sus fuerzas mermaron, su corazón se paralizaba,

y su respiración, sin sentido, seguía el ritmo acompasado de las olas del mar.

Aquellos amaneceres, se quedaron varados en la orilla de aquella playa con la que

tanto había soñado.

Ni el influjo de la luna, despidiéndose del sol, pudo aliviar lo que sentía.

La añoranza de aquellos días pasados, de su mirada, de sus susurros al oído mientras

la brisa los envolvía, la sumergía en un pasado maravilloso, pero que nunca regresaría.

Siempre se preguntó por qué.

Por qué se perdieron en el olvido tantos sentimientos, tantas horas basadas en miles de pensamientos y sueños compartidos. Por qué un castillo que parecía tan fuerte, se transformó en arena, se evaporó por el aire.

Quizás era hora de retomar el rumbo. De mirar hacia el horizonte y buscar un nuevo amanecer. Ese amanecer que le haga sentirse plena, completa, segura.

Ese amanecer que calme sus heridas, que alivie su corazón. Ese que la envuelva por completo en un sueño, del que nunca pueda despertar.

- Melancolía-


jueves, 9 de septiembre de 2010

ABISMO

Caminaba como tantas veces sin rumbo fijo. Su cabeza mirando al suelo,
su mirada triste y vencida y su alma, hundida en lo más profundo.
No recordaba haberse sentido así nunca. Pero el día tras día,
las desilusiones, y el profundo sentimiento de soledad, le habían hecho
llegar hasta ese estado.
Quizás esperaba más del mundo que le rodeaba. Una muestra de cariño,
un cómo estás, cómo te sientes. Un fuerte abrazo.
Quizás jamás comprendió que por su manera de ser, la gente sólo la requería
por necesidad, por echar mano de ella cuando no había nada mejor.
Quizás se ilusionó demasiado. Quizás se hizo una idea equivocada.
Quizás nunca debió pensar que alguien la querría sin interés alguno.
Quizás soñó demasiado.
Hoy, no sabía dónde ir. Su voz se enmudeció.
Sus ojos comenzaron a llorar y el desasosiego era inmenso.
Conforme caminaba, el sonido del mar le hizo levantar la cabeza.
Las olas murmuraban suavemente, y de pronto su nombre, llegó hasta sus oídos.
La voz le resultaba familiar, cálida, acogedora.
Le envolvió con ternura, y sintió una tenue caricia, que le hizo respirar profundamente.
Sus ojos se iluminaron de repente. Su mirada se volvió incrédula pero maravillada.
No podía creer lo que veía, pero su sonrisa surgió como una brisa fresca sobre su rostro.
Era ella, estaba ahí, y había venido a buscarla.
Su cara seguía siendo tan suave como ella recordaba. Su dulzura no había cambiado
después de tantos años. Y sus palabras de aliento, la envolvían como en el pasado.
Por primera vez en mucho tiempo, sintió el verdadero cariño, aquel que se alejó de ella
sin despedida, sin poder evitarlo.
Por primera vez volvía a ser feliz.
Sus brazos se extendieron hacia ella mientras no dejaba de sonreír. Sus pasos se aceleraban
hacia lo que ella sabía que era la felicidad absoluta.
Y sin preocuparse de nada más, en el mismo abismo, pudo llegar a abrazarla.
Sabía que ese viaje era de ida solamente, pero no le importaba.
Sabía que llegaba el momento que tanto espero durante toda su vida.
Ella de algún modo, sabía que cuando se fuera, lo haría entre sus brazos.
Repleta del más puro amor que nadie jamás le había demostrado.
Repleta de la dicha más absoluta.


-Melancolía-

viernes, 3 de septiembre de 2010

MÁS QUE NUNCA


Se quedó mirando al mar por un momento con la mirada fija en el horizonte,
y su sonrisa marchita. Aquella luz que iluminaba su rostro, se había apagado
por completo. A veces se preguntaba por qué algo tan maravilloso, como podía
ser la vida, se volvía tan rudo, tan sin sentido, tan inerte y vacío.
Las horas pasaban como si el tiempo se hubiese convertido en un gigante reloj
de arena, al que nunca llegas a darle la vuelta. Como si hubieses entrado en un
enorme desierto, y por mucho que camines, nunca dejas atrás las interminables
dunas.
Por más que intentaba alcanzar un oasis, donde poder reposar la mente,
más se alejaba del mismo.
Atrás quedaron las dulces carcajadas, el brillo de su mirada y el deseo de poder
contemplar un nuevo amanecer. Se perdieron los sueños, las fantasías,
las ilusiones.
Ahora, al sumergirse en ese bello momento, en el que el sol con lentitud se escondía,
mientras la luna majestuosa ocupaba su lugar, sus lágrimas no pudieron evitar resbalar
por sus mejillas. Sus ojos se empañaron de nuevo, y el sentimiento de querer escapar,
inundaba sus pulmones con la brisa más cálida.
No pudo evitarlo. El mar la llamaba dulcemente. La tranquilidad de su susurro, le llegaba
alma.
Por primera vez en mucho tiempo, mientras sus pies se humedecían con sus aguas,
y poco a poco, se adentraba más y más, se sintió liberada.
El agua la acariciaba, se adentraba en ella, y como si de un profundo sueño se tratara,
cerró sus ojos, y se dejó llevar.
Ahora ya nada podrá dañar su corazón. Ahora será libre como el viento.
Y cada noche, cuando las estrellas comiencen su desfile alrededor de la luna,
ella estará ahí, disfrutando y riendo de nuevo. Ahora, simplemente…..brillará más que nunca.



-Melancolía-

sábado, 19 de junio de 2010

SU FINAL


Creció en un mundo de fantasía, un mundo diferente, pero siempre, pisando fuerte sobre la tierra. Le enseñaron los verdaderos valores de la vida, la amistad, el respeto, la comprensión,
el perdón y ante todo y sobre todo, el amor incondicional y sin condiciones.
Amiga de sus amigos, siempre se mostró como era. Siempre confiada y con el único deseo
de que la gente que le rodeara, fuera feliz. Siempre estaba ahí cuando se le necesitaba,
sin importarle tan siquiera si sus problemas se habían resuelto o podrían resolverse algún
día.
Quizás fue eso, lo que le hizo sentirse siempre alguien diferente, incomprendida,
indiferente al mundo. Simplemente distinta.
Quizás realmente nunca perteneció a este mundo. Quizás sólo llegó aquí para proporcionar felicidad a todo aquel que la necesitara, pero con el claro convencimiento de que ella,
jamás lo sería.
Cuando veía sonreír a los demás, su alma se embriagaba y sentía una paz inmensa,
deseaba que esa sonrisa jamás desapareciera, que siempre estuviera ahí.
Aquella tarde, mientras paseaba por el parque, su mente se dejó llevar por años vividos.
Momentos recientes y otros no tanto, pero que jamás se perderían en el olvido.
Momentos duros, momentos maravillosos y otros, que quisiera borrar de su memoria.
Sus lágrimas comenzaron a cubrir sus ojos, su llanto se acentuaba, y su soledad,
se podía ver reflejada claramente en su mirada.
Pensaba mientras el viento acariciaba y secaba sus lágrimas. Quería dejar de hacerlo,
dejar de preguntarse una y otra vez, por qué teniendo tanta gente a su alrededor,
tantos supuestos amigos y tanto aparente cariño, podía sentirse tan sola.
Pese a que nunca pidió nada para ella, en ningún sentido, le hubiera gustado que alguna
vez, aunque hubiera sido una sola, alguien le preguntara como estaba. Alguien llamara a su puerta para decirle un te quiero, para darle una caricia sincera, o simplemente,
una muestra de cariño.
Siempre creyó que el mundo que la rodeaba, daba por hecho que tal como se mostraba,
era feliz, y jamás se alejaría de ellos.
Siempre, siempre, siempre.
Pero las cosas, no resultarían así. Ya no.
Su alma necesitaba volar, respirar profundamente y alejarse completamente de todo.
Necesitaba que el mundo se olvidara de ella, pero esta vez, para siempre.
Un día no muy lejano, caminaría sin rumbo ni dirección, tal vez, a encontrarse con ese mar
tan deseado. Ese mar que siempre le hizo sentirse libre y con esperanzas. Ese mar que le acariciaba dulcemente con su brisa y en cierto modo, le hacía sentirse comprendida, protegida,
arropada.
Ese día se dejaría llevar, se sumergiría lentamente en sus aguas y descubriría por fin,
el verdadero valor de la vida……su final.



-Melancolía-

domingo, 6 de junio de 2010

DE NADA SIRVIÓ

El tiempo pasó demasiado deprisa, casi sin darse cuenta, su sueño se desvaneció en el aire.
Sus ilusiones se perdieron en un rincón del pasado. Un pasado reciente que la había hecho muy feliz.
Aquella mañana, todo cambió en su vida. El silencio se apoderó por completo de su alma.
Ese silencio que siempre temió. Que de algún modo, sabía que volvería a su vida para no
marcharse más.
Atrás quedaron las promesas, los planes de futuro y un posible escape a su dura existencia.
Aquel día supo que jamás podría ser feliz.
La pena se apoderaba poco a poco de su alma. Los días pasaban sin sentido, sin ningún afán de seguir adelante. Como si de una obligación más se tratara. El sol no brillaría más en sus ojos.
Y la luna dejaría de ser su confidente, su amiga fiel.
Las estrellas no iluminarían más sus noches oscuras, y el frío, sería penetrante.
Por más que lo intentaba, por más que luchaba por conseguir salir a flote, más se hundía.
De nada le sirvió esa máscara de sonrisa falsa, que mostraba al mundo para intentar convencerse a sí misma de que todo pasaría.
De que la vida no terminaba ahí.
De nada sirvieron los disfraces de felicidad que cada día posaba en su piel.
De nada valieron los intentos de demostrarse, que era más fuerte de lo que pensaba.
De nada sirvió un nuevo día, si él no estaba ahí.
Si jamás volvería a sentir su sonrisa, su vitalidad, sus toques de magia en cada mañana.
Si jamás oiría de sus labios……te quiero mi vida.
De nada sirvió.





-Melancolía-

viernes, 26 de marzo de 2010

REALIDAD


Respiró profundamente para poder aliviar la presión que sentía en el pecho y le fue imposible. Su dolor se acentuaba conforme las horas pasaban. Su soledad la envolvía por completo.
Allí, en un rincón de su habitación, lloraba desesperada sin saber por qué.
Su mente se alejaba hacia momentos vividos que jamás olvidaría, momentos irreemplazables que jamás podrían volver. Donde la sonrisa iluminaba su rostro, donde la felicidad aun parecía alcanzable. Donde la vida, aún tenía sentido.
Aquella época quedaba muy lejos.
Ahora, todo era diferente. Su rostro se apagaba día a día, sus sentimientos se agolpaban queriendo explotar, queriendo salir. Su corazón latía sin sentido, sin razón.
Las noches se habían convertido en su refugio, su paz.
Tan sólo sentía que no era suficiente. Unas horas simplemente, no podían aliviar otras muchas de dolor.
Siempre quiso que los sueños pudieran alcanzarse, dejaran de ser efímeros.
Siempre insinuó, que si para ello, tuviera que dormir eternamente, no le importaría.
Se dejaría llevar, lo haría gustosamente si supiera que al menos uno, tan sólo uno…..se hacía realidad.


-Melancolía-